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En España, la encuesta ESTUDES 2018-2019 (Observatorio Español de la Droga y las Toxicomanías, OEDT, 2019), realizada con estudiantes entre 14 y 18 años, indica que el tabaco es la segunda sustancia de mayor prevalencia de consumo y el cannabis, la tercera. El 41,8% de los participantes consumieron tabaco alguna vez en la vida, el 35% en los últimos 12 meses, el 26,7% en los últimos 30 días y el 9,8% diariamente, en los últimos 30 días. Respecto a la edad media de inicio del primer consumo de tabaco, se sitúa en los 14,1 años y la edad media del inicio de consumo diario es de 14,7 años.

La evidencia científica señala que los adolescentes que se inician más precozmente en el consumo de tabaco, tienen mayor probabilidad de consumirlo diariamente, y mayor probabilidad de iniciarse en el consumo de cannabis. En este sentido, múltiples estudios señalan que la edad de inicio de consumo de cannabis es menor para aquellos adolescentes que consumen tabaco diariamente, y las tasas de consumo en el último mes son superiores.

De hecho, los consumos de estas dos sustancias se encuentran entrelazados, ya que la forma de consumo de cannabis más común en Europa y España es mezclándola con tabaco, principalmente en el formato conocido como “porros”. Es por ello que, el médico Joseba Zabala, con apoyo de otros profesionales y bajo el auspicio del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT), creó el Proyecto ÉVICT en 2015, con el objetivo de abordar desde la evidencia científica el nudo cannabis-tabaco, y generar transferencia del ámbito científico al profesional.

En los últimos años, se ha observado un proceso de trasladar ante la ciudadanía, y especialmente entre los más jóvenes, una imagen del cannabis como ecológico, natural, e incluso “terapéutico”, lo que le otorga una consideración social como menos perjudicial y favorece la normalización de su consumo. Esto conlleva una baja percepción de riesgo asociado al consumo de cannabis. Sin embargo, aparte de las consecuencias negativas que tiene para la salud el consumo de cannabis, el uso de cannabis se asocia a una mayor dependencia a nicotina, y mayores síntomas de dependencia al cannabis, probablemente explicadas por el consumo dual (consumo de cannabis-tabaco juntos), fomentándose así el mantenimiento del consumo de ambas sustancias.

Por otra parte, la evidencia científica apunta a que, con la aparición de los cigarrillos electrónicos (CE), se favorece una vía alternativa de iniciación al tabaquismo, especialmente en menores. En este sentido, la Dra. Adelaida Lozano y Carmen González, ambas pertenecientes a CNPT y al Proyecto ÉVICT, han liderado la redacción de un exhaustivo informe, en el que participan varios expertos y que pone de manifiesto la peligrosidad de estos dispositivos electrónicos para la salud pública. Entre las principales conclusiones, destacaríamos que los adolescentes que usan el “vaper” sin haber consumido previamente tabaco en cigarrillo convencional, tienen más probabilidades de iniciarse en el consumo de tabaco que aquellos que no lo han usado, y entre aquellos que vapean con frecuencia existe una probabilidad mayor de consumir tabaco seis meses después.

Por su parte, el uso de los CE como dispositivos en los que vapear líquidos que contienen nicotina y enriquecidos con THC (delta-9 tetrahydrocannabinol), componente adictivo del cannabis, también podría favorecer una doble adicción al tabaco y al cannabis. Algunos estudios informan que los jóvenes que consumían tabaco o usaban cigarrillos electrónicos, mostraban mayor probabilidad de consumir cannabis con cigarrillo electrónico que sus compañeros no consumidores, lo que favorece el aumento del consumo de ambas sustancias.

Asimismo, en los últimos años hemos visto que se ha puesto de moda el consumo de tabaco y cannabis en cachimba, auspiciado por estrategias de marketing que fomentan la creencia de que es menos dañino que fumar cigarrillos o porros. Sin embargo, el humo inhalado contiene además de la nicotina y el THC, compuestos tóxicos procedentes del carbón, de modo que los riesgos para la salud son igualmente importantes.

Desde un punto de vista preventivo, tal y como señalan el Dr. Isorna y el Dr. Rial, las familias pueden aplicar medidas de protección, tales como establecer la hora de llegada a casa o regular el dinero disponible. Aunque en muchos casos no disponen ni de los conocimientos ni de las competencias necesarias para afrontar los consumos de tabaco y cannabis de sus hijos e hijas, por lo que las familias precisan de la orientación y apoyo de profesionales debidamente cualificados.

Asimismo, es necesaria la aplicación de estrategias de prevención ambiental. Entre estas, el Dr. Isorna destaca la aplicación de medidas legislativas que regulen el marketing encubierto del tabaco y productos electrónicos dispensadores de nicotina mediante distintos canales en los que la regulación actual sobre el tabaco ha dejado abierta “la puerta de atrás”, como son el cine, series televisivas, videojuegos, “influencers” a través de Internet, o los “think tanks”, que tratan de influir en la toma de decisiones políticas favorables a los intereses económicos de la industria y en contra de la salud pública.

Frente a la industria del tabaco y sus múltiples ramificaciones, los profesionales de la salud son como un David contra Goliat, y más allá de días como hoy en el que se celebra el Día Mundial Sin Tabaco, no cejan en su batalla contra las distintas formas de violencia tabáquica que causan daños y perjuicios para la salud en adultos y, especialmente, en menores de edad.

Este año, la campaña de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para informar y concienciar sobre los efectos nocivos y letales del consumo de tabaco y la exposición pasiva al humo del tabaco, se centra en proteger a la juventud de la manipulación de la industria tabaquera y prevenir el inicio al consumo de tabaco y nicotina, centrando sus esfuerzos en los jóvenes, para que se conviertan en una generación libre de tabaco.

Teniendo en cuenta los datos que ofrece la encuesta ESTUDES 2018-2019, en relación a la prevalencia de consumo de cannabis en estudiantes de 14 a 18 años en España, donde 1 de cada 10 lo consume a diario, adquiere vital importancia el llamamiento que hace la OMS a todos los sectores implicados para que ayuden a poner fin a las estrategias de comercialización utilizadas por la industria tabacalera dirigidas a los jóvenes, quedando patente la relación existente entre tabaco y cannabis, tanto en las modalidades de consumo tradicionales como las que están causando tendencia.

Dr. Víctor J. Villanueva Blasco

Coordinador Técnico del Proyecto ÉVICT (Evidencia Cannabis-Tabaco). Impulsado por el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT) y financiado por el Plan Nacional sobre Drogas (PNSD) del Ministerio de Sanidad.

Director del Máster Universitario en Prevención en Drogodependencias y Otras Conductas Adictivas. Universidad Internacional de Valencia.

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