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Hasta hace menos de 20 años la visión del sistema inmune del ser humano estaba completamente vinculada al número de linfocitos en sangre que presentaba una persona. Sin embargo, el gran descubrimiento de los últimos años ha sido conocer que son las bacterias y microorganismos que viven en nuestro organismo los que tienen funciones especialmente claves para nuestro sistema inmunitario. “Hoy, hemos entendido que el mundo animal, y también el vegetal, tiene una relación de simbiosis con el mundo bacteriano que nos beneficia”, introduce el Dr. Francisco Guarner, investigador del Vall d'Hebron Institut de Recerca y miembro del Consorcio Internacional del Microbioma Humano.

En la actualidad, está ampliamente demostrado que entre el 70% y el 80% de nuestras células inmunitarias residen en la microbiota de nuestro tubo digestivo y es reconocido el gran valor que tienen los llamados bióticos (probióticos, prebióticos, simbióticos y postbióticos) para modular esa microbiota y proteger la capacidad de defensa de nuestro organismo. Así, la medicina de hoy echa mano cada vez más de los diferentes prebióticos y postbióticos conocidos para reforzar la salud.

En este sentido, la alimentación funcional juega un papel estratégico, al analizar los alimentos no desde su valor nutritivo sino desde su capacidad para reforzar el sistema inmunitario. “No se trata solamente de proporcionar vitaminas, proteínas, grasas o hidratos de carbono, sino de optimizar la funcionalidad de los microorganismos y otras sustancias presentes en esos alimentos: un probiótico que mejora el sistema inmune, un prebiótico que esté mejorando el tipo de bacterias que tenemos dentro o un postbiótico que tiene un efecto directo comparable al efecto de un fármaco. De algún modo, hemos comprendido que la alimentación funcional es entender que los alimentos tienen también ciertos efectos farmacológicos que podemos aprovechar”, reconoce el Dr. Guarner.

Descifrar los parámetros de normalidad de la microbiota

Según los expertos, la ciencia todavía trabaja para entender todo el valor que representa la microbiota en el ser humano. “Probablemente, una lista detallada de bacterias no nos servirá para decir si una persona está bien o no, sino que tendremos que entender bien qué funciones está desarrollando su microbiota y qué estabilidad tiene”, sentencia el Dr. Guarner.

Por supuesto, esto es más complejo de descifrar que solo el nombre y número de las bacterias que tiene alguien en su tubo digestivo. “Es muy difícil establecer esos parámetros, porque si comparamos tanto personas que viven en distintas zonas del planeta -especialmente si la comparativa se hace entre países más avanzados con otros en vías de desarrollo- como si lo hacemos con personas que viven en la misma ciudad, y siendo todas ellas personas sanas, pueden tener en común menos del 5% de bacterias, y de esas bacterias habrá quien tenga 10.000 unidades y quien solo tenga una”, explica el Dr. Guarner. Tanto es así que la Unión Europea junto con el Consorcio Internacional del Microbioma Humano está poniendo en marcha un estudio que permitirá hallar los parámetros que determinen cuándo una microbiota funciona correctamente (The Million Gut Microbiome Initiative).

Clave en todas las etapas de la vida

La modulación y el cuidado de la microbiota es clave en todas las etapas de la vida, ya que supone un factor fundamental para el desarrollo y crecimiento óptimo del bebé y, en el adulto, para alcanzar y mantener un estado saludable.

Desde el comienzo de la vida, el cuidado de la microbiota es esencial. En palabras del Dr. Guarner: “al nacer, el sistema inmune está por formar, tiene todas las estructuras preparadas, pero el bebé tiene que ir recolectando todo el repertorio de microorganismos buenos a medida que va encontrándose con distintos microbios a través de la ingesta de los alimentos”. En esta línea, el especialista reconoce que “está plenamente establecido el beneficio del empleo de probióticos en recién nacidos, especialmente cuando hay problemas de bajo peso o para prevenir complicaciones derivadas del uso de antibióticos”. Y lo mismo sucede a medida que avanza la edad del pequeño: antiguamente, se pensaba que para inmunizarse era necesario que el niño se infectara, tuviera mocos... Pero hoy sabemos que es mucho más importante el contacto con muchísimos microorganismos normales, no infecciosos, para modular la microbiota; es decir, para lograr un sistema inmunitario fuerte y sano es mejor que nuestro cuerpo reciba mucha información del mundo microbiano exterior, que pasar enfermedades”, explica el Dr. Guarner.

Ya en la edad adulta, el experto señala que es fundamental valorar la introducción de bióticos en momentos clave en los que se considere que puede haber un beneficio claro. “Hemos observado que cuando una persona adulta tiene que tomar muchos antibióticos, su sistema inmunitario puede fallar, en parte, porque al haber limpiado tanto la microbiota intestinal su sistema inmunitario se debilita. Esto se ha visto claramente, por ejemplo, en los pacientes que reciben inmunoterapia en tratamiento oncológico: los que están en inmunoterapia, pero toman antibióticos, tienen peor pronóstico. En cambio, aquellos que no necesitan antibióticos y tienen una alta diversidad microbiana presentan mejor supervivencia”.

Formación continuada para profesionales sanitarios

El estudio de la microbiota es un área con 20 años de desarrollo, pero tan compleja que sus investigadores todavía tienen un largo camino hasta lograr definirla al completo. “Hasta hace bien poco los libros de medicina solo reconocían que la microbiota era algo muy complejo de entender y que apenas tenía valor para el organismo humano”, recuerda el Dr. Guarner. Solo desde 2010 las facultades de Medicina incorporan formación sobre esta materia.

Por esta razón, conscientes de la importancia de la formación continuada sobre este campo entre los profesionales sanitarios, el Instituto Danone en colaboración con Danone Specialized Nutrition ponen en marcha para el próximo mes de octubre el curso «Cuidando la microbiota desde el comienzo de la vida», en formato online, que contará con el aval de la SEMIPYP y que está pendiente de su acreditación por parte de la Comisión de Formación Continuada de las Profesiones Sanitarias del Sistema Nacional de Salud. Dirigido a pediatras, médicos de atención primaria o farmacéuticos, entre otros, esta formación se centrará en la evidencia científica que respalda los beneficios para la salud del uso de los probióticos, prebióticos, simbióticos y postbióticos.

En esta línea, el Consorcio Internacional del Microbioma Humano continúa promoviendo y generando conocimiento sobre la microbiota a través de una amplia colaboración internacional entre Europa, EEUU, Canadá, China, Japón o Australia, entre otros países. Con motivo de la celebración del Día Mundial de la Microbiota, el consorcio organiza «The Barcelona Debates on the Human Microbiome 2020», varias formaciones online durante los días 26 y 27 de este mes dirigidas a investigadores y especialistas que serán impartidas por los más destacados expertos a nivel mundial.

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