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La pandemia del coronavirus ha generado un coste en salud mental del que probablemente no podamos saber todavía su magnitud. Lo que si sabemos ya es que ha producido daños colaterales a las personas con enfermedad mental.

El principal motivo es que la actuación ha estado centrada en el ámbito estricto del coronavirus, obligando a adoptar medidas que han mermado las rutinas que necesitan estos pacientes para llevar una vida lo más normalizada posible, dentro del cuadro específico de cada enfermedad.

Pero, no solo hablamos de pacientes que ya estaban diagnosticados y que han experimentado sintomatología psiquiátrica que ya se había logrado controlar. Ahora nos enfrentamos también a casos de personas a las que la incertidumbre generada por el coronavirus, el confinamiento y la gestión y descoordinación de las autoridades sociosanitarias, ha devenido en nuevos cuadros de ansiedaddepresión y trastornos del estado de ánimo. Unos cuadros que ya se están diagnosticando y de los que se tiene el suficiente conocimiento como para llegar a conclusiones importantes.

La primera de ellas es que el tratamiento, seguimiento y trabajo que se ha seguido hasta ahora con las personas con enfermedad mental ya no sirve, si se les quiere proporcionar una asistencia sociosanitaria segura y de calidad.

La situación de los pisos tutelados es un buen ejemplo. Se trata de residencias idóneas para personas que buena parte de su tratamiento se cimenta en la convivencia con otras personas adecuadamente pautada y controlada, dado que, por su enfermedad, tienen mayor dificultad para una socialización normalizada. Al mismo tiempo, este tratamiento se sustenta en el desarrollo de actividades de ocio, hábitos saludables y tiempo libre que necesitan el esparcimiento. Es evidente que el aislamiento es un factor que repercute muy negativamente en la evolución de estas personas.

Por lo tanto, la segunda conclusión que debe servir como guía para el establecimiento de nuevos planes de salud mental, es la urgencia de buscar soluciones a los roles tradicionales de trabajo que se venía desarrollando con estas personas en instituciones como son los pisos tutelados. Así lo expresan en ConSalud.es desde la Asociación de Iniciativas Sociales (AISS), formada por siete pisos tutelados que lleva operando desde hace 20 años.

Es fundamental establecer un trabajo multidisciplinar que integre recursos sociales y sanitarios

Según Paula Cuesta, psicóloga clínica y forense de AISS, es fundamental establecer un trabajo multidisciplinar que integre recursos sociales y sanitarios.

Hay que recordar que este tipo de instituciones son recursos psicosociales y no, recursos sanitarios, como se han visto obligados a transformarse durante los meses de confinamiento. Si algo ha quedado demostrado es que estas personas no son solo ‘residentes’, sino que son ‘pacientes’. Y es, desde esta perspectiva, desde la que se tienen que cimentar los nuevos planes de salud mental que se requieren en el mundo nuevo al que hemos de enfrentarnos para garantizar el bienestar de este perfil de personas que sufren determinadas enfermedades mentales.

Así, y ante los brotes que se están produciendo, Paula Cuesta considera imprescindible reforzar el trabajo multidisciplinar para ofrecer al residente/paciente, una asistencia clínica, psiquiátrica, psicológica y social a un tiempo, para construir las rutinas que necesitan, en las que se integre la monitorización de su salud física, pero en las que también prime el orden y las actividades.

Es muy importante el seguimiento especial de estos pacientes, facilitando el acceso a test que permitan conocer su situación real para seguir trabajando en su socialización

Solo así se podrá conseguir que tengan un día a día normalizado, autónomo y con calidad. Es muy importante el seguimiento especial de estos pacientes, facilitando el acceso a test que permitan conocer su situación real para seguir trabajando en su socialización, en consonancia con su salud física real y evitar riesgos, tanto a ellos mismos, como a su entorno familiar. 

Una solución concreta que se propone Paula Cuesta es abrir centros ocupacionales de manera diaria a los que puedan acudir, limitando el aforo a personas con enfermedad mental cuyos test hayan resultado negativos.

De esta forma, se reduciría el impacto negativo psiquiátrico y psicológico que ha producido esta situación entre este tipo de personas.

Por último, en AISS se considera imprescindible establecer una relación coordinada de ‘ida y vuelta’. Es decir, por un lado, dotar a estos pisos de equipos médicos y técnicos específicos para enfrentar posibles rebrotes. Y, al mismo tiempo, ampliar la dotación de los recursos psicosociales de los centros de salud de cada zona, dada la importancia que tiene la Atención Primaria en el ámbito sanitario, como eje vertebrador del sistema de salud.

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