Theme Setting

Showcases

Background

This setting is only taking a look when select color and background.
If you want to set showcase color, background and disable Setting Bar, go to Templates Manager > AT-Templates > Global Tab

Ir arriba

03

Ago 2021

Escrito por Comunicación ANIS
Pandemia y periodismo: cómo la COVID-19 ha cambiado nuestra forma de trabajar

El año 2020 será recordado por mucho tiempo como el año de la pandemia de la COVID-19. Aunque en pleno 2021 sigamos luchando contra esta enfermedad, fue sin duda el año pasado cuando se produjeron los cambios más significativos en nuestras vidas por culpa de esta enfermedad.

Entonces hubo que reducir las interacciones sociales y eso nos obligó a un confinamiento estricto que transformó nuestra forma de relacionarnos y de trabajar, con las nuevas tecnologías como grandes aliadas para intentar mantener el ritmo y superar el obstáculo de la no presencialidad.

En el campo del periodismo todas estas medidas destinadas a contener la propagación del virus SARS-CoV-2 tuvieron una especial incidencia. Las ruedas de prensa, las entrevistas y los encuentros de los periodistas con sus fuentes de repente ya no eran posibles tal y como se habían hecho toda la vida y había que reinventarse. Todo esto en un contexto en el que el interés informativo de todo el mundo se centraba en conocer tanto el avance de la pandemia como los últimos descubrimientos sobre la forma de comportarse de la enfermedad, cómo evitar el contagio y el desarrollo de nuevos tratamientos y vacunas. El periodismo sanitario pasó a copar las portadas de todos los medios en uno de los momentos en los que trabajar como periodista era más difícil que nunca.

En la Asociación Nacional de Informadores de la Salud (ANIS) hemos querido saber cómo fue para algunos de estos periodistas sanitarios trabajar en pleno tsunami de la COVID-19, conocer qué estrategias se siguieron para superar todos los obstáculos surgidos en los peores momentos de la crisis sanitaria y qué quedará de todo esto cuando la pandemia ya haya pasado.

Los periodistas no son adivinos

Aunque ya en diciembre de 2019 se empezaba a hablar de una extraña neumonía en China, muy pocos pensaban que aquello podría llegar a alcanzar las dimensiones que finalmente tuvo. Incluso cuando ya se identificó el nuevo virus y se vieron las medidas que se estaban tomando desde el gobierno chino para cortar su propagación, los mensajes de todos intentaban tranquilizar a la población sobre el impacto que esta enfermedad podía tener en Europa. “Yo recuerdo perfectamente haber comentado con un compañero que iba a ser como una gripe, porque era en lo que se manejaba todo el mundo. Los periodistas no tenemos ni rayos X ni visión de futuro, y fuimos funcionando según lo que nos iban contando y la primera impresión es que no iba a ser algo tan mortal”, explica Emilio de Benito, periodista especializado en salud de El País.

¿Se pecó de exceso de confianza por parte de las autoridades sanitarias? Sonia Moreno, de Diario Médico, considera que más que eso el motivo fue intentar que no se reprodujeran fiascos anteriores que habían mermado en parte la credibilidad de organismos como la Organización Mundial de la Salud: “Creo que se quería evitar un alarmismo injustificado, como ocurrió con la alerta sanitaria de la gripe A, que finalmente no tuvo la virulencia anunciada. Así que es cierto que al principio los mensajes eran tranquilizadores. Pero no solo desde las instituciones oficiales. Virólogos con los que hablaba consideraban que el nuevo coronavirus sería como una gripe, solo quizás un poco más grave o algo más letal”.

Primeros mensajes de alarma

Sin embargo, y a pesar de ese mensaje oficial que buscaba transmitir tranquilidad, algunos periodistas sanitarios empezaron a darse cuenta de que aquello quizás no iba a ser tan poca cosa después de todo. “Sobre todo a finales de febrero empezó a llamarme gente avisándome de lo que estaba empezando a pasar en los hospitales. Para mí un momento revelador fue cuando un amigo mío intensivista me llamó para decirme que teníamos un problema y después otro médico amigo, médico de urgencias, me llamó para explicarme que íbamos a tener que convertir los hospitales en hospitales de campaña. No me lo podía creer y menos cuando me explicaron que iban a tener que aplicarse triajes. Ahí fue cuando saltaron para mí las grandes alarmas”, explica Sergio Alonso, adjunto al director de La Razón y director del suplemento “A tu salud”, de ese mismo medio.

El estar precisamente en contacto con los médicos como fuentes de información habitual permitió que muchos periodistas sanitarios empezaran a tomar conciencia de la gravedad del asunto con cierta antelación, como comenta Sonia Moreno: “Personalmente, el momento en que me di cuenta de la gravedad de lo que llegaba fue antes del estado de alarma, cuando médicos de hospitales madrileños que no eran especialistas de enfermedades infecciosas empezaron a avisarnos de que la situación se complicaba también para ellos y que estaban notando ya que no había recursos suficientes”.

Desde los gabinetes de comunicación de los hospitales también se empezaron a ver señales mucho antes de que la situación empezara a descontrolarse, como explica Fran García, director de comunicación del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona: “A raíz de los casos de China ya se empezó a hablar en el comité de dirección del hospital de esta posible situación. Pero fue después de los casos italianos cuando ya nos pusimos en alerta y se empezó a preparar un plan de contingencia, que en su fase más avanzada contemplaba llenar cada una de las plantas del hospital general con enfermos de COVID-19. Tuvimos muchas dudas sobre publicar esto en la intranet, teniendo en cuenta que tenemos 9.000 trabajadores y lo que todo eso supone, pero decidimos hacerlo. Ese fue el inicio de la transparencia absoluta en la gestión de la COVID en nuestro centro”.

La pandemia no fue una cosa de un solo territorio, sino que afectó globalmente. Y aunque la atención se centrara en un primer momento en lo que sucedía en grandes capitales como Madrid o Barcelona, en el resto de las ciudades españolas también empezaba a notarse la presión de la nueva enfermedad, como en el Hospital Reina Sofía de Córdoba. “Desde finales de febrero y principios de marzo ya se notaba que la llegada del nuevo virus iba a trastornar nuestras vidas y los profesionales del hospital empezamos a formarnos ante lo que se avecinaba”, apunta Monte Mora, una de las dos periodistas de la unidad de comunicación del centro cordobés junto con Gema Timón.

Llega la primera ola y con ella el caos

Finalmente llegó a España la COVID-19 y, aunque al principio parecía hacerlo a cuentagotas, pronto los números empezaron una escalada difícil de manejar. “Nosotros al principio rotulábamos en nuestro programa y dábamos los casos en directo. Primero eran solo contagios pero luego empezamos con los fallecimientos hasta que tuvimos que parar porque no era posible darlos en tiempo real. Eso sí que fue un cambio, un punto de inflexión, cuando tuvimos que empezar a pasar a dar el número de fallecidos que facilitaba el Ministerio de Sanidad con la nota de prensa del día después”, cuenta Isabel Otero, reportera en Las Mañanas de TVE.

En este contexto de crecimiento exponencial, los periodistas se encontraron con un gran problema: la falta de información fiable y contrastada. “El problema del periodista es cuando no hay una fuente clara y única que te dé un mensaje unívoco. Entonces te ponen en un aprieto, porque tu trabajo, simplificándolo mucho, es contar lo que cuentan los que saben. Pero cuando los que saben te dicen cosas distintas es cuando el periodista se encuentra perdido sin saber qué hacer”, explica Emilio de Benito, periodista de El País.

En los momentos iniciales de la pandemia en nuestro país hubo una gran confusión. Cada comunidad autónoma empleaba diferentes criterios a la hora de contabilizar los contagios o reportar los fallecimientos. Tampoco había una unidad en el resto de los países de nuestro entorno, lo que dificultaba poder comparar la situación de España con la de otros países. “Todo esto deriva de las deficiencias estructurales del sistema nacional de salud, con un Ministerio de Sanidad que justo antes de la crisis, en enero de 2020, se había visto capitidisminuido con la creación de nuevos ministerios como el de Consumo y el de Derechos Sociales. Eso hizo que al principio tuviéramos que ir a ciegas. Yo me guiaba mucho por mis fuentes entre médicos intensivistas que me decían cual era la situación real en cada hospital. Y un hospital de tamaño medio o grande es muy indicativo de lo que ocurre en todo el país, es un buen medidor a la hora de suplir la falta de datos”, apunta Sergio Alonso.

Fue todo un proceso de aprendizaje hasta que los periodistas llegaron a entender cómo funcionaban las cifras de la pandemia, lo que hizo que en algunos momentos tuvieran que enfrentarse con situaciones complicadas, como explica Isabel Otero. “Yo recuerdo que hubo un día en que los datos del Ministerio de Sanidad y de la Comunidad de Madrid eran casi contradictorios y había una diferencia muy grande en el número de fallecimientos. Estuvimos llamando a ambos sitios y acabamos sin saber por qué había esta discrepancia. Luego ya descubrimos que era porque algunas comunidades reportaban de forma diferente y sobre todo los fines de semana se producían grandes desajustes”.

Emilio de Benito coincide en señalar todo el proceso de aprendizaje que fue necesario llevar a cabo por parte de los periodistas sanitarios en aquellos primeros momentos. “Las cosas iban cambiando y eso hacía que la información y las fuentes también cambiaran. Primero había toda una serie de datos que usábamos hasta que nos dimos cuenta de que aquellos datos valían para lo que valían, sobre todo en el caso de los fallecimientos. Todo ha sido una evolución pero sobre todo viene dada por la necesidad de entender que los ritmos de la ciencia son muy distintos a los del periodismo”.

Sergio Alonso, por su parte, tiene una visión mucho más crítica con la información de las fuentes oficiales: “La información oficial, en general, ha sido muy mala. Yo no digo ahora que los compañeros no tuvieran trabajo. Lo han tenido y muchísimo, como también dificultades para transmitir la información correcta. Pero sí digo y critico que mucha información oficial que ha habido ha sido sesgada por motivos políticos. Ya no solo fallos producidos por una avalancha de trabajo, que la tuvieron, sino porque había directrices políticas y por tanto muchos gabinetes de comunicación actuaron como gabinetes políticos”.

A pesar de todo este desconcierto y descontrol de cifras oficiales, Mercedes Pastor, actual jefa de prensa del Ministerio de Sanidad desde la llegada de la ministra Carolina Darias en sustitución de Salvador Illa, considera que en general hubo bastante coordinación entre las administraciones: “Esta coordinación ha funcionado muy bien sobre todo cuando estábamos en lo peor de la pandemia, que era la parte más desconocida y en la que creo que a todos nos unió lo mal que lo estábamos pasando. En sanidad no debería haber peleas políticas y debe primar esta coordinación para ayudar a que la población aplique las medidas de salud pública”.

Acudiendo a los expertos

Ante la falta de datos oficiales fiables sobre cómo iba evolucionando la pandemia, un recurso era acudir a los expertos para tratar de entender la enfermedad. El problema fue que el desconocimiento general sobre el SARS-CoV-2 hizo que esto tampoco fuera sencillo. “Lo complicado de trabajar con los especialistas es que no se pringan ni con una pistola en la cabeza. Cuando hablas con ellos no hay una certidumbre, porque la ciencia no es segura nunca al cien por cien, y dependiendo de con quién hables te vas a encontrar con discursos diferentes”, señala Emilio de Benito.

Sonia Moreno también coincide en señalar esta falta de información en los primeros compases, que luego se transformó en una avalancha de resultados científicos que tampoco fue fácil de gestionar: “A medida que los científicos y médicos fueron sabiendo más sobre el coronavirus empezaron a llegar los primeros resultados de las investigaciones. Por suerte, el trabajo en una redacción se hace en equipo y eso facilita centrarse en diferentes aspectos de la pandemia. Aun así siempre han faltado manos para cubrir lo que llegaba y tenías la sensación de trabajar en cadena. Cuando acababas de escribir sobre un tratamiento o avance en el conocimiento del virus, ya había otras novedades esperando a ser difundidas”.

En esta búsqueda de expertos, los centros sanitarios se convirtieron en una de las principales fuentes de información, lo que obligó a los gabinetes de comunicación también a prepararse. “Nosotros decidimos no tener un único portavoz, sino varios tipos. Por un lado portavoces institucionales, que explicaban cómo estaba el hospital y cómo avanzaba la situación. Y después portavoces especializados de epidemiología, intensivos, microbiología y enfermedades infecciosas. Aunque intentamos separarlo, es cierto que a veces no lo logramos, ya que a los portavoces especializados aprovechaban para preguntarles por la situación del centro”, comenta Fran García.

Nuevas formas de trabajar

Ante la necesidad de frenar la propagación del virus SARS-CoV-2, se impuso un confinamiento estricto y todos aprendimos el significado de un nuevo verbo: teletrabajar. “Si esta crisis nos pilla hace cinco años, yo no sé si el periódico habría salido, te lo digo en serio. La tecnología nos ha permitido trabajar a distancia, aunque es cierto que había cierta incomodidad y lo bueno de una redacción es que, aunque no estés pendiente del trabajo que hace tu compañero de al lado, siempre te puede aportar algo y enriquecer lo que haces. Eso lo hemos perdido y yo me doy cuenta de que cada vez hay más historias repetidas”, señala Emilio de Benito.

Y aunque al principio muchos pensaban que el teletrabajo podía ser algo maravilloso, pronto empezaron a ver que la cosa no era así. “El teletrabajo ha venido para quedarse pero creo que es algo que machaca a los periodistas que lo practicamos. Desde que te levantas empiezas a trabajar y no paras en todo el día, y acabas con jornadas maratonianas. Fue muy duro porque hubo que cambiar la mentalidad de trabajo y, aunque es verdad que el trabajo de escribir puro y duro quizás es más fácil, las condiciones son mucho peores”, comenta Sergio Alonso, mientras que Sonia Moreno añade: “A todo esto hay que añadir la situación de precariedad endémica del periodismo, que ni siquiera en momentos de alta intensidad laboral como este se ha podido librar de la sombra de los ERTE y los ERE. Trabajar a distancia fue un desafío que creo que hemos superado con nota, y gracias a la tecnología hemos podido cerrar periódicos sin perder el trabajo en equipo y desde casa”.

Todo esto también sirvió para descubrir nuevas herramientas, como Zoom, o dar un nuevo valor y uso a otras que hasta entonces habían sido marginales, sobre todo en algunos medios como la televisión, donde fue más necesario que nunca reinventarse. “Era imposible mandar una cámara de televisión a ningún sitio para poder hacer una entrevista. Así que, si necesitabas contrastar cualquier información, si la fuente estaba dispuesta, podías hacerlo por Skype, algo que antes en nuestro medio era impensable. Ahora sí que estaba justificado hacer estas entrevistas telemáticas porque nos cuidábamos mucho de poder crear cualquier peligro”, comenta Isabel Otero.

Sin duda los gabinetes de comunicación de los hospitales fueron quienes más se tuvieron que esforzar para adaptarse a una nueva dinámica. Lejos de verlo como un obstáculo, algunos se lo plantearon como la posibilidad de abrir nuevos caminos. “Como no era posible que los fotógrafos y periodistas entraran al hospital, y en vista de que había una necesidad de ofrecer fotos y vídeos de calidad, nació la iniciativa Reporteros COVID, en la que solicitamos ayuda de profesionales sanitarios de nuestro centro que eran aficionados a la fotografía y al vídeo para que nos proveyeran de material gráfico, tanto para alimentar nuestras redes sociales como para enviar a los medios”, comenta Monte Mora, quien apunta también como otras iniciativas que nacieron a raíz de la COVID fueron un canal de podcast para trasladar los mensajes de apoyo, o el uso de las listas de distribución de WhatsApp para hacer convocatorias.

Todo esto en un momento en el que la imposibilidad del contacto físico hizo que las redes sociales adquirieran una relevancia que, si ya antes de la pandemia era importante, ahora fue incluso mayor. Y esto tuvo también una repercusión en la forma de trabajar de los periodistas, como apunta Mercedes Pastor. “Tradicionalmente la comunicación institucional se limitaba a la publicidad en la prensa escrita y luego en la televisión. Ahora hay un nuevo canal, como son las redes sociales. Ya no sirven las campañas tradicionales y ahora hay que dirigirse a los jóvenes usando los mismos canales que ellos, como puede ser TikTok, Twitter o Instagram”.

¿Qué quedará de todo esto?

Casi todo el mundo coincide en señalar que el teletrabajo ha venido para quedarse en el periodismo. “Esta claro que no hace falta ir a la redacción todos los días, sobre todo cuando ya tienes una relación de confianza con tus fuentes que te permite sacar información con una simple llamada de teléfono. Aunque sigo pensando que ver a tus fuentes seguirá siendo algo que habrá que terminar haciendo”, comenta Emilio de Benito.

Aunque no todos creen que el teletrabajo pueda ser aplicable, sobre todo en medios como la televisión, tal y como explica Isabel Otero: “El periodista de televisión no creo que pueda hacer teletrabajo o solo en un porcentaje muy pequeño. Es un medio que no va a tender a este tipo de trabajo. Otra cosa es que se pueda organizar con grupos de trabajo para que sea posible dividirlos en caso de una nueva ola y que continúe el trabajo externo de redacción, pero desde luego no creo que un futuro el 80% de la plantilla de la televisión esté teletrabajando”.

El otro gran cambio ha sido el de las ruedas de prensa telemáticas. Aunque ya se pueden empezar a hacer otra vez presenciales, mantener la opción del streaming no parece descabellado. “Es cierto que hubo un momento en que fue necesario pasar todas las ruedas de prensa a streaming y hemos visto todas las ventajas que esto tiene, también para más cosas como reuniones de equipo o sesiones informativas. Es algo que ha venido para quedarse, ya que nos permite llegar a mucha más gente. Nos adaptamos rápido a esta nueva fórmula porque había que hacerlo, pero creo que una de las pocas cosas buenas que ha dejado el COVID es esto, que nos hemos adaptado rápidamente a nuevas tecnologías y a una manera diferente de estar en contacto con los periodistas y con los nuestros. Y por lo tanto es un añadido que a partir de ahora usaremos más”, comenta Fran García.

Aunque no todo el mundo es de la misma opinión. “En nuestro caso las ruedas de prensa telemáticas no han venido para quedarse. De hecho en estos momentos no las hacemos, sino que son al aire libre. Si tenemos que volver a hacerlas, las haremos, pero ahora mismo ya no es así”, apunta Monte Mora. “Las ruedas de prensa presenciales tienen una cercanía personal que no se logra con las telemáticas. Puedes hablar con alguien de la rueda de prensa que maneje otra información que no es la que se presenta, hablar con otros periodistas que también te enseñan a ver de otra forma la información. En persona hay un aliciente extra”, explica Isabel Otero, y Emilio de Benito añade que “las ruedas de prensa tienen que estar bien montadas. Habrá que hacer ruedas de prensa buenas”.

En lo que sí parece coincidir todo el mundo es en señalar que toda esta pandemia lo que ha puesto de relieve es la importancia del buen periodismo sanitario. “El periodismo sanitario está muy alicaído, estaba en una época en la que tenía muy poco peso. La pandemia lo ha devuelto al primer nivel y espero que esto se mantenga y se aprenda de los errores del pasado que hicieron que perdiera la relevancia que llegó a tener. Desde luego debería tener más presencia en todos los medios de comunicación”, finaliza explicando Sergio Alonso.

Pin It

Acceso a usuarios