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En estos días estamos escuchando algunas noticias que nos llenan de preocupación. Como, por ejemplo, que en Cataluña se esté planteando la posibilidad de dejar a las personas mayores de 80 años en el último eslabón de la asistencia. Una decisión de este calibre abre la veda a la selección de las personas en función de si son rentables o no. Si ‘valen’ o no. ¿Qué pasa entonces con todos aquellos que un día tuvieron plenas capacidades físicas y mentales y en el último tramo de su vida, su cabeza se ‘perdió’ en algún lugar que no conocemos o su cuerpo no responde a los estímulos del cerebro?

Estas personas están siendo las grandes olvidadas en el interés informativo. Solo sabemos de ellas por las noticias publicadas en relación a algunas residencias donde se han encontrado residentes que habían fallecido y en que estaban en sus camas.

Afortunadamente son casos excepcionales porque la realidad es que la inmensa mayoría de los profesionales que se dedican a cuidar a personas mayores con algún tipo de enfermedad física y/o mental, desarrollan un trabajo abnegado que no establece diferencias entre el deber y la humanidad de sus cuidados.

Solo basta asomarse dentro de sus puertas para comprobarlo. La residencia privada La Santina es el hogar de personas mayores de 65 años que padecen alguna enfermedad degenerativa, como puede ser Alzheimer. En ella conviven grandes dependientes con personas que necesitan algún tipo de apoyo o ayuda puntual. Hace años que tienen sus rutinas establecidas de acuerdo a estos dos grandes grupos de atención. Alimentación, aseo, talleres de diferente índole, ocio… paseos por un jardín lleno de flores, por su pequeño huerto o por su pequeña granja. Por supuesto, la visita de sus familiares.

LA SANINA 2

Hasta que empezaron a llegar noticias inquietantes de China. Alberto González, su director, junto al Dr. Alfredo Arévalo y la psicóloga Cristina Sánchez, intuyeron que debían prepararse ‘por si acaso esto no es una gripe más’. Así que incrementaron las medidas de profilaxis que utilizan de forma habitual. Para ellos el gel hidroalcohólico no ha sido un descubrimiento como lo ha sido para la inmensa mayoría de la gente. Como las mascarillas o la limpieza exhaustiva de espacios y enseres. Pero incrementaron los recursos.

Cuando las noticias avisaban de que el Covid-19 ya estaba en Italia, el equipo sociosanitario de La Santina comenzó a preparar a sus pacientes y también a sus familias, introduciendo estas novedades en las rutinas ya establecidas con cada residente, con el objetivo que de éstos las asumieran paulatinamente de forma natural. Algo que ha sido la clave para el éxito del bienestar en el que siguen viviendo estas personas. Si cambiar hábitos está suponiendo una prueba de resiliencia para el conjunto de la sociedad, para estas personas habría sido muchísimo más complicado.

Cristina Sánchez, psicóloga de la Residencia, comenta: “habitualmente, desarrollamos con ellos un taller de lectura de periódicos y actualidad, con la idea de mantener a nuestros residentes en el mundo real, en la medida de sus capacidades cognitivas actuales. Hace dos meses que introdujimos la lectura y posterior comentario de las noticias sobre los efectos del coronavirus. Para cuando el Estado de Alarma estaba decretado, ellos ya sabían muchas cosas sobre sus consecuencias. Más que mucha gente que vive su vida normalmente”.

Al mismo tiempo, los profesionales encargados de sus cuidados, comenzaron a mostrarles otras maneras de relacionarse, como sustituir los besos y abrazos con un toque de codos, más sonrisas y saludos con las manos a cierta distancia. Un adiestramiento que se extendió a las familias. Curiosamente, las más reacias en un principio a adoptar estas costumbres porque ‘en gobierno dice que no es para tanto’.

Hoy, las familias están agradecidas de haber sido pioneros en ser cautos. Saben que no pueden visitar a sus familiares, pero las tecnologías y las redes sociales están siendo grandes aliadas. La videollamada está a la orden del día. También pueden seguir todas las actividades e interactuar con ellos a través de Facebook.

La presencia física de los familiares se ha sustituido por mayor presencia del personal sociosanitario en los talleres. Como explica el Dr. Alfredo Arévalo “además de mis rutinas habituales con los pacientes, mi terapia con ellos se basa en pequeños gestos. Por ejemplo, me siento con ellos en los talleres en los que participan para que sientan mi presencia física. De este modo, refuerzo su confianza, puesto que me conocen y saben que soy su médico”.

LA SANTINA 3

Su director, Alberto González se desdobla en gestión, en atención y en supervisión: “mi principal objetivo ahora es que cada uno de nuestros residentes se sienta seguro dentro de su fuero interno y asimile que esta situación es extraordinaria para todos, pero que ellos no tienen nada que temer. Queremos que, dentro de su capacidad cognitiva, perciba que su casa, que es esta, sigue siendo el lugar donde se siente confortable y bien atendido. Como también sus familias a las que tengo que agradecer su esfuerzo, apoyo, confianza y comprensión. De momento, no hemos tenido ningún episodio de Coronavirus. Estamos pendientes de monitorizar la temperatura y su estado clínico. La vida aquí fluye con normalidad. Nosotros nos preparamos para ese ‘por si acaso’ porque nuestra Residencia, como la inmensa mayoría. Es un lugar seguro para estas personas que son muy vulnerables, pero que son personas como cada uno de nosotros. Aquí no sobra nadie”.

Ana Ortiz de Obregón

Especialista en Información Sociosanitaria

Lidérate Comunicación

 

 

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