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  • Los fármacos hay que conservarlos en un lugar “fresco, seco y alejado de fuentes de luz y calor” que, a poder ser, no se encuentre en la cocina o el baño, que son los lugares de la casa donde hay más humedad y variación de temperatura. 
  • En verano hay que tener especial cuidado con los medicamentos que precisan una conservación en frigorífico a una temperatura entre +2º y +8º.
  • “Es importante que los profesionales médicos identifiquen a los pacientes de mayor riesgo y conozcan qué medicamentos tienen más probabilidades de ocasionar problemas en una situación de ola de calor”.

Madrid, julio de 2020- Las altas temperaturas que se viven durante los tres meses de verano, especialmente durante los días de ola de calor, obligan a tener en consideración una serie de precauciones en relación con el uso de los medicamentos, tanto por lo que se refiere a la conservación de los mismos como en lo relativo al efecto que el calor puede tener sobre los tratamientos crónicos o viceversa. En ese sentido, desde la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria (SEFAP) quieren ofrecen a la población una serie de recomendaciones para el correcto uso y conservación de los fármacos durante los meses de verano.

Al respecto, las farmacéuticas de AP Ana Díez y Carmen Herrero, miembros de SEFAP, recuerdan en primera instancia unas recomendaciones generales para la conservación de fármacos. Entre ellas la importancia de, en la medida de lo posible, mantener los fármacos dentro de su embalaje original; y la necesidad de guardar los fármacos en un lugar “fresco, seco y alejado de fuentes de luz y calor” que, a poder ser, no se encuentre en la cocina o el baño, que suelen ser las habitaciones más utilizadas para este fin pero que, sin embargo, “no se recomiendan para almacenar medicamentos al ser los lugares de la casa donde hay más humedad y variación de temperatura”.

Ya de cara a los días de calor intenso, Díez Alcántara y Herrero Domínguez-Berrueta, aconsejan tener “especial cuidado” con las recomendaciones anteriores y estar al tanto de medicamentos que puedan tener requerimientos especiales, como aquellos que precisan una conservación en frigorífico a una temperatura entre +2º y +8º grados. En aquellos en los que se recomienda conservar a una temperatura inferior a 25º-30º grados o sin una indicación concreta, una elevación puntual de la temperatura no tiene repercusión en su estabilidad.

Por otro lado, las farmacéuticas de atención primaria recuerdan que hay algunas formas farmacéuticas como los supositorios, los óvulos o las cremas, entre otras, que son “más sensibles” al calor. En este caso, no obstante, matizan que “es la propia forma farmacéutica la que es sensible al calor”, por lo que éste no afectaría al principio activo. Sin embargo, recomiendan no utilizar todo producto “cuya apariencia exterior esté o parezca visiblemente modificada”

Por último, y apelando al sentido común de la población, las portavoces de SEFAP aconsejan “no dejar medicamentos dentro del coche”, sobre todo en época de calor, al transportarlos por ejemplo durante el periodo vacacional, ya que las altas temperaturas que se alcanzan en el interior de un vehículo podrían afectar a la estabilidad del principio activo.

Medicamentos que pueden alterar la adaptación del organismo al calor

Ana Díez Alcántara y Carmen Herrero Domínguez-Berrueta explican que existen medicamentos con capacidad para alterar la adaptación del organismo al calor mediante diferentes mecanismos como, por ejemplo, agravar un síndrome de agotamiento-deshidratación o golpe de calor (diuréticos, antiinflamatorios no esteroideos (AINES), algunos antihipertensivos (IECA, ARA II), medicamentos nefrotóxicos, etc.); producir hipertermia (neurolépticos); agravar los efectos del calor por la disminución de la presión arterial (antihipertensivos, antianginosos) o alterar el estado de vigilia (benzodiacepinas).

En este sentido, las FAP destacan la importancia de identificar a los pacientes de mayor riesgo en situaciones de calor extremo (personas mayores, lactantes, niños, pacientes con enfermedades crónicas o personas en situación de dependencia) y de evaluar de forma periódica el estado de hidratación y los posibles factores de riesgo. “Es importante que los profesionales médicos identifiquen a los pacientes de mayor riesgo y conozcan qué medicamentos tienen más probabilidades de ocasionar problemas en una situación de ola de calor”, señalan.

Las portavoces de SEFAP también recomiendan “evitar la prescripción de AINES y, cuando se prescriba un diurético, comprobar que la ingesta de líquidos diaria es adecuada”.  Al respecto, añaden que la revisión de tratamiento por parte del médico o del farmacéutico “puede ser necesaria, siempre de forma individualizada y no sistemática, por si hubiera que reajustar alguno de los medicamentos descritos anteriormente”.

Díez Alcántara y Herrero Domínguez-Berrueta, por último, subrayan también la necesidad de transmitir a la población la importancia de mantener una correcta hidratación –sin abusar de las bebidas alcohólicas, azucaradas o con cafeína- y de evitar la toma de medicamentos de venta libre sin un asesoramiento adecuado.

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